domingo, 12 de agosto de 2012

La mujer que lleva flores a su novio

"Si hay algo que he visto, es un hombre llevar flores a su novia, pero nunca que una chica le llevara flores al novio". Eso fue lo que me comentó un amable señor de unos 70 años mientras ambos conducíamos en bicicleta por las calles de Providencia. 
Las flores no eran para un hombre, eran para mi madre, quien me había encargado pasar por un puesto en una feria libre un domingo en la mañana mientras iba desde mi casa ubicada en uno de los bohemios barrios de Santiago hasta un sector muy conservador de la ciudad.
Este comentario, más que desagradarme (porque hay que admitir que lo dijo con un tono muy amable, a lo que yo respondí con una amable sonrisa también) me hizo pensar en los convencionalismos de la sociedad en que vivimos. Han pasado casi 200 años desde que Jane creó personajes potentes e intrépidos, imágenes de mujeres empoderadas, dueñas de la verdad y de lo que las rodeaba. 200 años después y aunque una mujer haya estado al mando de nuestro país, es extraño para los ojos del resto llevar flores a un hombre. Creo que en este momento, definitivamente soy Emma. 

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