domingo, 26 de enero de 2014

Menos Marianne y más Elinor

La verdad, siempre fui más Elinor. Solía guardarme lo que sentía...todavía me cuesta expresar lo que siento. En lo cotidiano soy muy de pensamiento hablado pero en cuanto a sentimientos amorosos, me cuesta expresar lo que realmente siento. Llámese miedo al fracaso, al ridículo, verguenza, etc. Pero por consejos de mi propio circulo más cercano me ido colocando un poco más abierta y demostrativa lo cual me ha hecho incurrir en los episodios mas desafortunados en los que he quedado como una total perdedora...asi que desde ahora volveré a ser Elinor. Además como dijo e Coronel Brandon "Que más se puede esperar de un comportamiento de este tipo (refiriendose a Marianne cuando fue humillada ante todos por el vil  Willoughby) solo el deshonor y la ruina".

jueves, 1 de agosto de 2013

"You have delighted us long enough"

"Usted nos ha deleitado lo suficiente". Esta cita es la que debería usar una...tal como en los shows de concursos que dan por la TV, donde los jueces muestran al público un cartelito con el puntaje del concursante, una debería andar trayendo uno de estos con tan directo pero a la vez políticamente correcto mensaje y mostrárselo en el momento que más estime conveniente. En medio de una cita, whatsap, skype, o cualquier clase de mensajería instantánea. Cuando ya sintamos que no podemos más con el hombrecillo en cuestión porque no nos respetó o porque mintió o sencillamente descubrimos que es un pastel mas de esos que no tienen remedio. De hecho Jane Austen lo escribió en una novela mas de doscientos años atrás y si ella se atrevió y lo hizo ¿porque una no?

Cuidado! Simpático al acecho

Siempre en el camino se aparece el tipo simpático, casi perfecto. Pero siempre recuerdo finalmente que Jane Austen nos abre los ojos ante esta realidad-no realidad, mentira o espejismo. Ocurrió con Willoughby, con Wickham...en fín. Pffff al final se vuelve algo tedioso el hecho de tener que ir descartando algo que para mis ojos parecía tan bueno. Y es ahí donde está el problema: la perfección no existe! Aunque Whickham de la serie realizada por la BBC "Lost in Austen" no me parecía taaan malo. Era medio fresco, canchero y hasta guapo... sin mencionar el acento inglés que me vuelve loca. Pero volvamos a los libros: no confíes en una hombre demasiado simpático...pues algo esconde. Nadie tiene motivo alguno para pararse frente al mundo cayendole bien a todos.

miércoles, 31 de julio de 2013

¿Qué diría Jane Austen?

"No asumes tu edad" Es algo que me lo dicen todo el tiempo...en mi oficina, donde trabajo. No porque me crea una adolescente o me acompleje de mi edad (tengo treinta), más bien es por el hecho de que uno quiera ser libre y no asumir lo que la sociedad nos impone. Si, deseo tener hijos...no porque deba "reproducirme" o "conservar la especie" y absolutamente descartado porque deba "prestar mi cuerpo". Si, deseo pasar mi vida con alguien, no porque si no lo hago me convertiré en una "solterona" y cuando digo solterona no quiero pensar en una vieja fea acariciando a un gato gordo, prefiero pensar en una fiestera empedernida y casi alcohólica. Es gracioso pero cada uno elige su camino. Tengo la opción para tomar otros pero también tengo la suerte de tener esa libertad para escoger cual tomo. Jane Austen escogió escribir. Dejó al lado lo que Harris Bigg-Withery le ofrecía y en cuanto a Thomas Le Froy nunca se verificó si existió, se sabe que solo fue un touch and go para la época. 


jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Despertó Lizzie en mí?



Aunque muchas veces trate de ser afable como Elinor, desprejuiciada y confiada como Marianne, madura como Anne Elliot, agradecida como Fanny Price o inocente como Catherine Morland. Ciertos hechos acontecidos últimamente me han hecho ver que soy una perfecta Lizzie. Muchas veces me había imaginado que podría parecerme a Emma por lo caprichosa y por mi afán de negarme al matrimonio pero me he encontrado con un cierto prototipo de hombre que ha despertado en mi a la peleadora señorita Bennet. Esto ha confirmado de manera definitiva mi fascinación por los hombres que me hacen enojar fácilmente. No es que sea una masoquista y guste de andar lloriqueando por los rincones, compadeciéndome de mi misma (como me dice un muy buen amigo). La diferencia es que el hecho de tener a mi lado a un hombre lo suficientemente afable me aburre y en este sentido se podría decir que he encontrado al Darcy, no es Colin Firth ni Matthew Macfadyen y tampoco me lo quiero imaginar en pantalones ajustados, pero no está mal...Lo extraño es que no es para nada aislado como el personaje, al contrario es muy amable inclusive puede formar amistades con la pequeña y campestre sociedad donde vive. Si para los ojos del resto, el arrogante y hasta grosero personaje no aparece ni en un solo pelo de este hombre ¿Por qué en mí despierta sentimientos tan contradictorios? Les diré porqué...El famoso dicho "Quien te quiere te aporrea" aparece de nuevo en mi vida. 

domingo, 12 de agosto de 2012

La mujer que lleva flores a su novio

"Si hay algo que he visto, es un hombre llevar flores a su novia, pero nunca que una chica le llevara flores al novio". Eso fue lo que me comentó un amable señor de unos 70 años mientras ambos conducíamos en bicicleta por las calles de Providencia. 
Las flores no eran para un hombre, eran para mi madre, quien me había encargado pasar por un puesto en una feria libre un domingo en la mañana mientras iba desde mi casa ubicada en uno de los bohemios barrios de Santiago hasta un sector muy conservador de la ciudad.
Este comentario, más que desagradarme (porque hay que admitir que lo dijo con un tono muy amable, a lo que yo respondí con una amable sonrisa también) me hizo pensar en los convencionalismos de la sociedad en que vivimos. Han pasado casi 200 años desde que Jane creó personajes potentes e intrépidos, imágenes de mujeres empoderadas, dueñas de la verdad y de lo que las rodeaba. 200 años después y aunque una mujer haya estado al mando de nuestro país, es extraño para los ojos del resto llevar flores a un hombre. Creo que en este momento, definitivamente soy Emma. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Soy "casi" Anne





"La imaginación de una mujer es excesivamente rápida. En un momento salta de la admiración al amor y del amor al matrimonio". Esta cita fue lo primero que se me vino a la cabeza una vez que mi mejor amigo de la adolescencia me confiara en un bar que dentro de su bolsillo cargaba el anillo de compromiso que le daría a su novia esa misma noche. Sólo que la famosa frase escrita por una de las mujeres que personalmente considero más inteligentes de la historia, no hizo sentido alguno hasta que comencé a ver los estados en las redes sociales. Es claro que las mujeres tenemos ese don para manifestar todo en cuanto a sentimientos se refiere...públicamente y sin ningún tipo de pudor. Muchas veces he pensado en esto y ha sido un tema recurrente al conversar con hombres. ¿Qué ocurre con las mujeres y el matrimonio? ¿Qué es lo que les hace perder la cabeza cuando le entregan "la roca"? Reconozco que he soñado con ese momento más de alguna vez en mi vida pero el paso de los años y también porqué no decirlo: el paso de más de uno que otro "galán" dejó que se convirtiera en un trámite al que no quiero llegar, es cómo si la fila del banco fuera eterna para hacer un maldito depósito pero que al momento de llegar a la caja, no quiero hacerlo, ya que eso implicaría perder dinero, que en mi vida se traducen en libertades.
No me gusta la idea en que la persona se enamore de la idea, más bien lo sano y romántico es enamorarse de esa persona y finalmente el novio en la mayoría de los casos, se ve opacado por el vestidos, las flores, el color de la torta, la canción, el baile y bla bla bla.
Tengo casi 30 años y para muchos en mi circulo sería como Anne Elliot de Persuasión. Sólo que aunque el Capitán Wentworth llegara con un anillo, una renta de miles de libras esterlinas y una propiedad en una preciosa colina inglesa, no volvería a sus brazos. Claro que si es tan guapo como Rupert Penry-Jones lo más probable es que me rendiría ante sus encantos sin importarme la preciosa casa en la colina, las libras esterlinas, ni la roca. Me enamoraría de él, no de lo que le pertenece y menos de la idea...